LAS TEORÍAS SALVAJES, de Pola Oloixarac

.


.
.
Por Esteban Samorano

.
.
UNA NOVELA DIFERENTE
.
.
Me adentré en Las teorías salvajes con escepticismo. Me llamaba la atención que una novela filosófica (como la había llamado Daniel Link en el comentario de la contratapa) estuviera generando el revuelo que, supuestamente, estaba generando esta novela. Incluso me llegó el rumor de que, ni bien publicada, algunos creyeron que Pola Oloixarac era en realidad un seudónimo que encubría a un escritor masculino de renombre. Nada más lejos de la verdad. Pola Oloixarac era en realidad Pola Oloixarac, aunque, de alguna manera, saberlo no aligeraba el misterio. ¿Quién era, quién es, esa mujer que bien puede ser tomada por modelo, con su perfil pop y su aire de intelectual made in Puán?

Con estas dudas a cuestas, empecé a leer la novela. Ya vería si el revuelo era justificado. Y me llevé una sorpresa. No voy a decir que Las teorías salvajes es un libro increíble, excelente o una perla en el océano de las publicaciones actuales, porque no me parece ninguna de esas cosas. Lo que sí me parece es que se trata de una novela diferente. Sí, diferente. Diferente de lo que la generación contemporánea a Pola suele escribir y, también, leer.

Las teorías salvajes se leyó, o al menos eso podemos presumir teniendo en cuenta las reimpresiones, las reediciones y los cambios de tapa. Si esto es cierto, si las personas realmente leyeron Las teorías salvajes y no se trata de un ardid comercial, entonces estaríamos frente a un fenómeno particular e interesante: en contra de las hipótesis que plantean la descerebración de la juventud en particular y de la población en general, las personas eligieron una novela que obliga a pensar. Más allá de mi valoración personal (que no es mala) de Las teorías salvajes, una cosa es evidente: se trata de una novela en la que el personaje principal es el pensamiento.

.
El afán de teorizar

Las teorías salvajes cuenta dos historias independientes que, en algún punto espacial, llegan a entrecruzarse: la historia de Kamtchowsky, narrada en tercera persona (con fugaces pasos a una primera) y que nos muestra las idas y venidas de la pequeña K junto a sus amigos, en un recorrido errático que tiene como leit motiv el placer y la inclinación por teorizar y como transfondo, y no del todo fondo, las implicaciones del sexo, las drogas y la tecnología. La otra historia nos presenta a una primera persona oculta tras el seudónimo de Rosa Ostreech, que intenta entablar una relación con Augusto García Roxler, un profesor un tanto fracasado que trabaja sobre una teoría («la Teoría de las Transmisiones Yoicas») planteada por el antropólogo holandés Johan Van Vliet, desaparecido en plena selva africana. Según nos cuenta la narradora, ella es la única capaz de completar la teoría y está dispuesta a todo para ganarse la confianza de Roxler.

La novela, entonces, avanza intercalando ambas historias, a la par que despliega una infinidad de teorías que, en algunos casos, retoman a grandes filósofos y, en otros, se complacen con la innovación y la explicación de los comportamientos contemporáneos. Así, se reflexiona sobre el comportamiento sexual de los jóvenes, sobre las capacidades intelectuales en relación con los atributos físicos, sobre las inclinaciones políticas, etc., etc., etc. Además, y gracias al diario de la tía de Kamtchowsky, la historia también ingresa a la novela y la década del setenta no se ve desprovista de teorización.

Para dar un ejemplo sobre el tipo de teorización que desarrollan los personajes, voy a mencionar la reflexión de Kamtchowsky sobre la sexualidad en la juventud:

"–La temática de las tribus urbanas es estúpida y falaz –intervino K, alentándolo–. Todas esas personas quieren exactamente lo mismo; quieren coger a secas o coger lúcidamente sin tener que forzarse a olvidar nada al día siguiente. Es más fácil coger con alguien que se vista como uno, menos por una supuesta empatía centrada en preferencias textiles que, sencillamente, porque uno cogería con cualquiera con tal que quiera coger con uno, pero es quid mantener una política de engaña-pichanga a la conciencia. La conciencia no puede saber que uno cogería perfectamente con cualquiera, por eso los hábitos de asociación por telas de color y textura permiten que, en efecto, la conciencia verifique empíricamente que no se está cogiendo con todos, sino sólo con algunos. Es decir, no es que el concepto de sujeto moderno esté quebrado y se encuentre a merced de fuerzas inconscientes que lo superan, sino que tiene estrategias cada vez más sofisticadas para estar en control de las cosas. En este caso, la forma del control implica imitar una estrategia táctica de desconocimiento."[1]

Éste es un ejemplo, entre muchos otros, de lo que los personajes hacen todo el tiempo. De hecho, las teorías de Kamtchowsky y sus amigos terminan cristalizándose en un videojuego, que a su vez tiene como objetivo recopilar información para permitir la formulación de nuevas teorías.
.
..
La «Teoría de las Transmisiones Yoicas»: un nuevo discurso fundacional

Un estudiante o graduado de filosofía podrá rastrear mejor que yo las implicancias que subyacen detrás de esta teoría de las Transmisiones Yoicas. Por mi parte, me gustaría destacar las características intrínsecas de la teoría, planteadas en la novela.

Esta teoría plantea una relación entre lo humano y lo bestial que generalmente es dejada de lado por otras teorías. Lo que plantearía la Teoría de las Transmisiones Yoicas sería la pertenencia del género humano al reino de lo salvaje, pertenencia que se vería simbolizada en la cópula entre el hombre y la bestia, presente en muchas culturas. De esta manera, se busca el origen del ser humano más allá de la constitución del mismo como ser social, y por tanto dominador de la naturaleza. El origen del hombre estaría en su relación con lo salvaje y en su situación de presa. Este estigma de haber sido presa (y no cazador) se conservaría aún en los seres humanos actuales, explicando muchas de sus conductas, miedos y paranoias.

Esta teoría es interesante ya que plantea un nuevo discurso fundacional. El origen del hombre estaría más allá de Adán y Eva, de Rómulo y Remo y de todos esos mitos que muestran al hombre como dueño y dominador de lo salvaje. El hombre no es visto esencialmente como un ser político, social y educado, sino como una bestia que ha logrado evolucionar hasta el punto tal de teorizar sobre la naturaleza de la que en ningún momento dejó de formar parte. Y esto es lo que, esencialmente, separa a los hombres del resto de los animales: su capacidad de teorizar, aunque sus teorías sean tan salvajes como la naturaleza que intenta comprender.

.
A modo de conclusión

Muchas de las teorías son difíciles de seguir y el registro utilizado es en algunos casos anacrónico y en otros excesivamente culto (lo que habla de una preferencia de mi parte y no necesariamente de un error narrativo). No obstante, la novela está buena y creo que habría que leerla. Como dije en el primer apartado, se trata de una novela que se distingue de lo que se está publicando y creo que eso es valorable. De hecho, me gustaría ver qué recepción tiene entre los escritores que hoy por hoy están escribiendo la literatura argentina y entre los que la escribirán en lo sucesivo. Tal vez Las teorías salvajes abra un nuevo camino que permita a otros escritores incursionar en él, o tal vez Pola Oloixarac quede sola como una isla en medio del mar, con una forma de escribir que oscila entre lo nuevo y lo ya hecho, entre la innovación y lo ya caduco. Sólo queda esperar y ver qué derroteros toma este libro y qué nuevas publicaciones vendrán de la mano de su autora.

.
.
[1] Oloixarac, Pola, Las teorías salvajes, Buenos Aires, Entropía, 2008, pp. 64-65.

.
.
.
***
Pola Oloixarac
nació en Buenos Aires en 1977. Estudió Filosofía en la UBA y escribe sobre arte y tecnología para diversos medios. Mantiene el blog melpomenemag.blogspot.com.
Las teorías salvajes es su primera novela.
.

2 comentarios:

  1. Made in Puan? perdon que no sepa, pero no entendi eso. Qué es Puan? una editorial nueva?
    Martha de Junin :)

    ResponderEliminar
  2. Hola Martha, gracias por comentar. Puán es la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que extraoficialmente recibe ese nombre porque está ubicada en la calle Puán, en el barrio porteño de Caballito.
    Saludos.

    ResponderEliminar


SUDOR DE TINTA

Revista cultural.