GLASGOW 5/15, de Isabel de Gracia

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Por Sabrina González


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LA INQUIETUD DE LA REALIDAD

“Glasgow 5/15 remite a una escala utilizada en medicina para medir el grado de conciencia de un paciente. En esta novela, el coma aparece como un misterio a desentrañar: una joven que hace mandados en bicicleta intenta descubrir cómo fue que su hermana, restauradora de estilográticas, apareció en estado de coma luego de un accidente poco claro”

Esto se le lee en la contratapa del libro Glasgow 5/15, la novela de Isabel de Gracia ganadora del premio internacional Letra Sur. Este fue el primer contacto con un libro y una autora, hasta ese momento, para mi desconocidos.

Poco más adelante, se nos invita a leer “casi un policial”, y debo reconocer que este fue el motivo principal para ser elegida. Supuse allí por lo menos satisfecho mi deseo más elemental de encontrarme con una historia. Se nos adelanta también que se trata de una novela que “puede leerse en varios niveles”. Allí mi primitivo encanto se vio amenazado, ya que pensé que se trataría nuevamente de aquellos libros que suponen varios niveles de lectura, y que yo aún no puedo encontrar el primero.

Sin embargo, gracias al milagro del arte, todas mis expectativas fueron echadas por tierra. La novela es, en algún sentido, un policial, así como también es una novela futurista, una realista, un diario; todas ellas al mismo tiempo y de manera maravillosa.


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La imposibilidad de nombrar lo bueno

Lo primero que debería decirse (y probablemente lo único que debería decirse) es que se trata de una novela excelente. Esa sensación absolutamente contundente se apoderó de mí en cuanto cerré el libro. Es cierto que venía anticipándose a medida que avanzaba mi lectura, pero mi estructura de lectora entrenada para la decepción, no me permitía terminar de creerlo. Sin embargo, sucedió aquello mágico que había olvidado hace algún tiempo: la sensación absolutamente irremediable de que un texto había penetrado en mí, más allá de lo que yo misma había habilitado.

Más tarde comencé a preguntarme qué hacía que esta novela fuera una buena novela. Y cuanto más mi intelectualidad ansiaba, menos encontraba. Lo paradójico es que a medida que me decepcionaba en mi búsqueda, más me entusiasmaba la novela. Creo que es maravillosa porque no se sabe dónde radica su excelencia. Si bien hay muchos elementos que deberían destacarse (y lo haré en un momento), ninguno de ellos por separado se presenta como demasiado genial. Sin embargo, su unión se convierte en comunión.


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El ahogo constante

Una de las sensaciones más fuertes para destacar se refiere a un ahogo constante que se siente al transitarla. Existen varios elementos en ella que colaboran en ese hastío.

En principio, se encuentra el marco: este ciudad en la que se mueve nuestra protagonista; ciudad que nunca es nombrada, que podría ser cualquiera o ninguna.

Debo confesar que soy poco amante de las descripciones urbanas. En general me molestan, y hasta perturban mi lectura. Sin embargo, aquí sucede exactamente lo contrario. Se construye un campo urbano oscuro, intrincado, repleto de pasadizos, mugre, que por momentos, parece tener ciertos guiños a la imagen de un campo de concentración, pero que nunca es explicitado. Allí donde queremos capturarlo, vuelve a escapársenos. Y esa ciudad colabora poco a poco en una angustia que va de la mano de la historia, y no en su contra. La autora logra transgredir el terreno del marco para hacerla protagonista.

La historia, como ya hemos anticipado, se trata de una mujer que se encuentra en coma, y de su hermana, que intentará resolver cómo ha llegado a ese estado. En su búsqueda, varios personajes irán entrando y saliendo de su vida, dejando en ella algún dato, o más aún, una huella. Todos ellos parecen marginales, sombríos; algo se juega allí que roza constantemente el límite. Pero no el límite social, sino el humano.

Es una novela que se zambulle en la profundidad del ser humano, pero no porque intente explicarla, haciendo largos (y aburridos, en general) discursos sobre las grietas del ser, sino más bien porque la transita. Y allí donde la transita, hace transitarla al lector.

Ya en sus primeras páginas, transmite una angustia difícil de definir. Un ansía de seguir leyendo, pero no gracias al deseo de conocer su final. De hecho éste pasa desapercibido. Y tengo la sensación de que aquello también es un movimiento deliberado. Consumimos simplemente porque no podemos dejar de hacerlo. Algo nos impulsa constantemente a abandonarla, por no tolerarla; sin embargo, algo más fuerte nos empuja irremediablemente hacia ella.

Martín Kohan, uno de los jurados del prestigioso premio del cual resultó ganadora la novela, ha dicho sobre ella:

“Al concluirlo, mi impresión era más fuerte: que si libros como éste no se publican, se comete una injusticia.”

Su excelencia radica justamente en no saber dónde reside su magia. Y allí donde fue recordé con la buena literatura no se puede hacer más que halagarla y recomendarla.


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- De Gracia, Isabel, Glasgow 5/15, Buenos Aires, El Ateneo, 2009.


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Isabel de Gracia
nació en Junín Provincia de Buenos Aires, en 1963. Vivió en la ciudad de Buenos Aires mientras estudiaba y actualmente reside en La Plata. Es abogada y fotógrafa. Tiene una hija. Como fotógrafa ha realizado los trabajos Visibles en lo oscuro (2001) y Memoria corporal. O formas de construir una vida en el encierro (2003), sobre las mujeres de la carcel de Los Hornos. Sus fotografías han sido expuestas en muestras individuales y colectivas. Su relato "Una forma de morir" fue finalista en el premio de cuento Clarín 2008. Glasgow 5/15 es su primera novela. Participa del taller del escritor Leopoldo Brizuela.
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