PANORAMA DE LA LITERATURA ARGENTINA CONTEMPORÁNEA, de Silvina Marsimian y Marcela Grosso

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Por Irina Lavallen

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Tres puntos para leer la literatura contemporánea

Tengo en mis manos este pequeño volumen editado por Santiago Arcos que se dedica a semblantear la literatura nacional de la segunda mitad del siglo pasado. Quiero compartir mi experiencia de lectura y algunos pensamientos que surgieron de esa experiencia. Pero antes de eso, resulta necesario destacar los tres ejes que atraviesan todo el libro:

Primero: la historia de la literatura argentina está relacionada con la emergencia de revistas literarias: Sur, Contorno, El Grillo de papel, El ornitorrinco, Punto de vista, La Rosa blindada, Los libros, Literal, Babel, son algunas de las revistas que fueron el escenario de los debates estéticos, políticos, filosóficos y culturales de su tiempo. Cada revista en su contexto, se hizo cargo de su época, apropiándose de las herramientas disponibles: el psicoanálisis, el estructuralismo, el deconstructivismo, etc.

Las revistas eran relevantes para la sociedad, tenían una gran intervención social y había un público lector ávido de estas publicaciones. Esta relación revista-lector era la que marcaba el grado de relevancia social de las publicaciones.

Segundo: los conflictos políticos estuvieron siempre presentes en la literatura nacional de forma mimética o transformada. Las dos grandes discusiones de la segunda mitad del siglo XX son el peronismo y la dictadura militar (con sus siniestras ramificaciones: desaparecidos, guerra de Malvinas).

Tercero: la figura de Borges crea un conflicto para los escritores que lo releen y lo ubican en distintos lugares del canon literario nacional. Borges como figura canoníca funciona como un organizador, sirve para dividir aguas, para establecer los parámetros de las discusiones literarias, para señalar diferencias, afluencias, congruencias, discrepancias; funciona para crear una imagen de la literatura nacional, para pensar al escritor argentino dentro de la literatura universal; funciona como adversario intelectual, como adversario político, como escritor adversario (Borges vs. Lugones, Borges vs. Arlt, Borges vs. Sábato, Borges vs. Walsh); funciona como centro de debate y promotor de los temas a debatir.

Estos tres puntos están muy bien tratados en este Panorama de la Literatura Argentina Contemporánea, y señala las preocupaciones de nuestros escritores contemporáneos. Estos tres ejes no agotan, desde luego, las posibilidades de leer la literatura nacional, pero permiten organizar una lectura de estos últimos 50 años de producción literaria.

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Del 50 al 80: un vistazo

El libro esta organizado por décadas: los ´50, los ´60, los ´70, los ´80 y los ´90. El Panorama de los ´50 está atravesado por la escritura experimental (El examen de Cortázar), la escritura histórica y política (Sobre héroes y tumbas de Sábato) y la emergencia de Contorno como espacio intelectual alternativo al círculo de Sur. El peronismo está en el horizonte de pensamiento y se impone como objeto de análisis y reflexiones. En ese contexto aparecen nuevas formas de leer la literatura argentina, como por ejemplo Literatura argentina y realidad política de David Viñas.

Los ´60 están atravesados por la escritura de Cortázar y su Rayuela donde rompe con las formas tradicionales de construir la narración novelística. En este período surge la revista El grillo de papel, cuyo artífice es Abelardo Castillo. Desde esta revista se revaloriza la figura de Borges que el grupo de Contorno había contrapuesto a la figura de Arlt, creando una polémica maniqueísta.

Los años ´70 tienen la marca del arte comprometido. La figura emblemática es Rodolfo Walsh. La polémica que se instala cuestiona si la literatura está o no al servicio de la revolución. Para Sartre el intelectual vive en una contradicción que consiste en denunciar y, al mismo tiempo, servir con su tarea a una minoría privilegiada. La lectura de la obra de Sartre dejará una huella profunda en el pensamiento de los intelectuales argentinos.

El panorama de los ´80 está marcado por la emergencia de nuevos escritores como Piglia y Saer, que trabajan en la zona gris de la realidad y la ficción. En esta década surge la revista Punto de Vista que procuró mantener viva la cultura argentina en un tiempo de crisis y establecer un enlace con los intelectuales exiliados.

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La visión de los años noventa

Sobre los ´90 podemos leer en el último apartado titulado Escrituras postautómatas:

“Lo que se observa es que (…) los escritores no tienden a nuclearse exclusivamente en revistas culturales ni a sostener a través de ellas poéticas que los identifique.”

“… los medios masivos (…) forman las grandes corrientes de opinión e influyen sobre la elecciones de mercado que hacen que algunos escritores se difundan y otros permanezcan opacados.”

Lo que se desprende de lo citado es la reconfiguración del mercado editorial, la reconfiguración del público lector y la reconfiguración de la figura del escritor. La literatura nunca más será lo que fue, lo que conocimos, lo que nos enseñaron y aprendimos que era. Ver esto es imperativo para entender lo que esta ocurriendo hoy en el muy lejano y muy presente año 2011.

Los salones no existen más, las reuniones bohemias en bares trasnochados son arcaicas costumbres de nostálgicos empedernidos, los escritores no debaten en las redacciones de las revista literarias, el papel ha dejado de ser el soporte privilegiado de las ideas de los intelectuales. Todo esto confluye en un torbellino mediático que altera la percepción de los lectores que tienen al alcance de la punta de los dedos bibliotecas virtuales de todo el mundo y en ellas el acceso a toda la literatura universal de la cual la literatura nacional es sólo un capítulo.

Hay una nueva relación dialéctica entre los medios y el mercado editorial, entre los escritores y los lectores que reconfigura el escenario literario de estos últimos 20 años.

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La consagración

Los ´90 pueden pensarse como una rápida transición hacía lo que hoy es para nosotros una realidad incontrastable. Una de las cosas que sufrieron cambios a partir de la última década del siglo pasado es el modo en que los autores logran consagrarse. La influencia de los medios masivos y la penetración de la tecnología han transformado para siempre la relación entre los productores de literatura y los consumidores de textos.

A los caminos de consagración tradicionales (la academia, los premios, las ventas, la crítica) debemos sumar la presencia en los medios masivos. Dicha presencia se ha convertido en la “nueva” consagración.

Las revistas culturales de los diarios de mayor tirada de argentina ofrecen exposición y presencia mediática, vale decir, publicidad de gran penetración que influye en el consumidor de libros a la hora de comprar uno.

De modo que la relación es recíproca, aunque no se pude decir que simétrica: el suplemento cultural gana prestigio (traducido luego en volumen de venta) con los autores que escriben es sus páginas y los escritores ganan la presencia-publicidad que luego reditúa en las ventas de libros. No siempre es una ecuación exitosa, pero la relación existe y es enfatizada cuando, verbigracia, los suplementos comparten los intereses económicos con las editoriales y juntas organizan concursos (Ñ y Alfaguara, por ejemplo y su premio de novela), conjugando los medios de consagración tradicionales con los nuevos elementos mediáticos y publicitarios de penetración masiva.

La lógica de esta nueva consagración es claramente económica. El valor que sufre un desplazamiento es el artístico-estético de los textos, colocando en el lugar central la utilidad de ventas. En todo caso, si el éxito social se mide por parámetros económicos, ¿por qué la literatura debía ser ajena a esta lógica?

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Otro rasgo: literatura atramática

Para el Panorama de la Literatura Argentina contemporánea, una de las marcas de los ´90 en cuanto a la narrativa es la desafectación de la trama. Tal vez el representante emblemático de este rasgo sea César Aira, escrito atramático por antonomasia que parece “más inclinado por el artificio literario que por el contenido”. Este tipo de narrativas, según Josefina Ludmer, “se sitúan en la era de la autonomía del arte y por lo tanto no se dejan leer estéticamente (…)”, reclaman nuevas lecturas.

En nuestro presente estas narrativas atramáticas proliferan. Cuando en el futuro sean historiados estos años de literatura tal vez se entienda mejor el por qué de la construcción de sentido sin trama. Hoy estamos demasiado cerca de los hechos como para dar una respuesta cabal, debemos conformarnos con hacer una descripción de dichas narrativas que el mercado y el público aceptan muy bien. Ensayo una aproximación al problema: Modelos agotados y búsqueda de nuevos caminos; si la narrativa de los noventa y de nuestro presente hablan de algo en términos formales es de agotamiento y búsqueda. Quedará pendiente para el historiador dar con las razones de esto.

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Escribir sin papel

El Panorama de la Literatura Argentina Contemporánea se detiene en el año 2000. Los años ´90 cierran el libro con las características más arriba señaladas. Sin embargo, creo que debe decirse algo sobre esta primera década del siglo XXI. Quiero detenerme en un aspecto que marca la época que nos toca atestiguar y protagonizar. Los soportes literarios.

Se puede hacer rápidamente una lista de los soportes tecnológicos de la literatura: la piedra, la tabla de arcilla, el papiro, el pergamino, el códice y el libro tal cual lo conocemos. De más está decir que dichas tecnologías no solo contenían literatura sino toda clase de textos, entre los cuales los literarios eran sólo uno de ellos.

Cada nuevo soporte significó una mejora del anterior. Curiosamente, a nadie se le hubiera ocurrido decir que el reemplazo de la tabla de arcilla por el papiro iba a terminar con la lectura o con la literatura. Del mismo modo sería falso decir que la tecnología informática (blogs, PDFs, libros electrónicos, procesadores de textos, etc.) acabará con la lectura o la literatura. Lo que sí puede ocurrir es el reemplazo de un soporte por otro. Dicho cambio no debe ser considerado bueno ni malo en sí, sería un simple esclavón en la cadena de soportes tecnológicos que no se detendrá ante nuestros prejuicios pseudo-románticos. Los amantes del libro tendrían mucho para discutir con un amante del jeroglífico.

Hoy se puede escribir sin papel y sin tinta. Pero lo más importante es que el cambio de soporte también implica una forma nueva de pensar los textos. De hecho, el mayor cambio se está produciendo en nuestras mentes, en nuestras ideas, en nuestras formas de pensar no sólo la literatura, sino el mundo. El papel es innecesario y la única tinta necesaria es la que proviene de nuestras ideas, la que proviene del sudor de nuestras mentes.
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Silvina Marsimian es profesora de Letras (UCA), directora de los libros Historia de la Literatura Argentina y Grandes Escritores Latinoamericanos (Página/12 – CNBA, UBA) y profesora de Literatura Argentina en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

Marcela Grosso es profesora y licenciada en Letras (UBA). Profesora de Literatura Argentina en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Autora de estudios críticos, guías didácticas y antologías para nivel medio.

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2 comentarios:

  1. Gracias!
    Muy buena semblanza.
    Cariños!

    I.

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  2. me encanta este comentario sonbre los tiempos que corren sobre nuestra litaratura...gracias por la info.

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