BLANCO NOCTURNO, de Ricardo Piglia

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Por Silvio C. Lizárraga

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UN CASO

El género policial ha ido transformándose desde su origen. Si bien podemos pensar en un momento de la historia literaria donde su estructura y su código se cristalizaron, esa estructura y ese código fueron alterándose para expandir el juego que presupone todo policial. Así, por ejemplo, la figura del investigador amateur se transformo en la de un detective privado, en la de un sacerdote agudo, en la de un preso, etc. El espacio de la acción, que en sus inicios era la ciudad, se fue desplazando hacia otros lugares, así como a ejes temporales no-modernos, pienso en La caverna de las ideas de José Carlos Somoza, que transcurre en la Grecia de Platón.

De modo que nadie puede sorprenderse de las modificaciones que los escritores cultores del género intentan en sus textos. El policial vive de esos cambios. Algún positivista trasnochado puede concluir que esos cambios son los que hacen “evolucionar” el género, otro más pesimista puede decir que esos cambios son los que señalan la decadencia del artificio. Sea como fuere, mejor que interpretar en qué punto de la historia literaria estamos es mirar detenidamente un texto que propone alteraciones interesantes al género, me refiero a la nueva novela de Ricardo Piglia, Blanco Nocturno.

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EL ARGUMENTO (SPOILER ALERT!!!: )

(Los siguientes apartados revelan datos significativos de la trama de la novela)

Un puertorriqueño llamado Tony Duran aparece muerto en su cuarto de hotel en un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires. Se sospecha de robo, pero los muchos dólares que traía Tony están en la habitación con él. En el pueblo se empiezan a divulgar versiones que involucran a las jóvenes y hermosas hermanas Belladona, Ada y Sofía. La vida disoluta de ellas aviva la fantasía y la maledicencia de los pueblerinos. El comisario Croce se encarga de la investigación junto a su ayudante Saldías. Los testigos señalan al conserje del hotel, un japonés llamado Yoshio que se declara inocente. Sin embargo, es detenido.

Tony estaba vinculado con la familia Belladona, la más rica del pueblo (pero venida a menos por los problemas económicos del país) y los dólares que traía eran del viejo Belladona que quería ingresar divisas de forma ilegal. La fábrica del viejo Belladona, a cargo ahora de Luca Belladona, está en peligro de remate y sólo una importante cantidad de dinero puede salvarla. El dinero de Tony era la escapatoria.

Por su parte, Croce cree en la inocencia de Yoshio y busca al verdadero asesino. Finalmente da con él, pero este se suicida dejando una nota donde explica las razones de su acto criminal.
Sin embargo, para el fiscal Cueto, el culpable es Yoshio y debe enfrentar un juicio como acusado de asesinato. Croce insiste con su versión de los hechos y es cesanteado y encerrado temporalmente en una institución mental. En su lugar, el periodista Emilio Renzi, investiga los oscuros hechos del crimen.

Luca es llamado para testimoniar en el juicio y cae en la trampa del fiscal. Si acepta que Yoshio es inocente, el dinero que salvará su fábrica será confiscado, si acusa a Yoshio, el dinero le será entregado y salvará su fábrica del remate. Luca toma la segunda opción y un inocente va a la cárcel.

Este es el apretado argumento de la novela que, desde luego, es mucho mejor en sus 300 páginas.
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LA TRADICIÓN
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La novela realiza referencias hacia dentro del género que son muy visibles y significan una afiliación a cierto tipo de policial, vale decir a cierta tradición literaria. Podemos encontrar en la pagina 96 un pasaje muy ilustrativo:

“Al loco del comisario Treviranus lo habían trasladado de la capital a Las Flores y al poco tiempo lo habían cesanteado como si él hubiera sido el culpable de la muerte de ese imbécil pesquisa amateur que se dedico a buscar solo al asesino de Yarmolinsky (…) Treviranus, Leoni, Laurenzi, Croce a veces se juntaban a recordar los viejos tiempos…”

La referencia a La muerte y la brújula de Borges es una toma de posición respecto del policial. Sólo debemos recordar los movimientos de subversión de las reglas del género que realiza Borges para entender la línea de escritura en que se desplazará Piglia. Nótese además la sensibilidad de Piglia al no revelar el destino final del “pesquisa amateur” para evita el spoiler a aquellos que no leyeron el texto Borgesiano.
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Esta afiliación a la tradición literaria que entiende el género no como una sucesión de reglas duras a seguir, sino como un espacio de variaciones, nos advierte que estamos ante un texto que no seguirá los parámetros clásicos del policial, que intentará alguna desviación, alguna alteración, alguna variante.

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EL LOCO Y EL PERIODISTA, SON EL MISMO

El detective de la novela es Croce. Él es el encargado desde el inicio de la acción de resolver el enigma de la muerte de Tony Durán. Croce es un detective atípico para el género (aunque se manifiesta en él un lastre del policial clásico: él debe restituir el orden que se ha quebrado). Empero, es un intuitivo, se guía por corazonadas inexplicables que lo llevan a la verdad. Se mueve dentro de una investigación convencional pero llega a las conclusiones no por el camino de la razón, sino por el de la inspiración espontánea. Así ha logrado resolver los casos insignificantes del pueblo. Leemos en la página 27:

“Acertó muchas veces porque parecía ver cosas que el resto de los mortales no podían ver. Por ejemplo, acusó a un hombre de haber violado a una mujer porque lo vio salir del cine donde daban Dios se lo pague. Y el hombre realmente la había violado aunque el dato que lo llevó a incriminarlo no parecía tener sentido.”

Esta es la primera desviación que propone el texto, un detective guiado por un tipo de observación, por una forma de mirar los problemas que constituyen en sí misma el principio de resolución del enigma. Se trata de una mirada lateral con una lógica propia capaz de engañar a la misma razón.

Cuando la investigación de Croce fracasa por las fuerzas que operan en el poder, lo cesantean y lo encierran en una institución mental. El desplazamiento del texto es interesante en este sentido, porque Croce pasa de encarnar el rol del detective al rol del loco, sujeto alienado, outsider, situado fuera de los limites de la razón, capaz de sostener un discurso subversivo con la impunidad de la demencia.
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Pero entonces, en el texto se produce un segundo desplazamiento notable. Dada la presunta locura de Croce, la categoría del “Detective” queda vacía, pero es rápidamente ocupada por otra figura, la del periodista, Emilio Renzi. Con lo cual, tenemos dentro del texto un relevamiento de roles, vale decir, una categoría ocupada por dos personajes. Pero el detective-periodista no tiene el mismo objetivo que el detective-oficial de la fuerza. El interés es otro. La justicia y la restitución del orden pasan a un plano que deja de ser relevante.

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MODELOS EN PUGNA

Las dos grandes líneas del policial, el policial clásico de enigma y el policial negro, mantienen una relación divergente con la justicia. En el policial clásico, la justicia se traduce en la resolución del enigma y en la restitución del orden alterado por el ilícito. En el policial negro, la justicia es una construcción más compleja ligada a los poderes de orden político y económico, es decir, la justicia no es un valor intrínseco, sino una categoría manipulable. En esta segunda línea se desplaza el texto de Piglia. Detrás de la muerte de Tony Durán hay intereses políticos y económicos que buscan la rápida resolución del crimen, sin importar que esta resolución sea justa. El fiscal Cueto encarna este papel: es un agente de la justicia que está muy poco interesado en que la Justicia se imponga. Por otro lado, Croce simboliza ese sustrato con el que nació el género, la voluntad de restablecer el orden perdido por la violación de la ley.

Se puede pensar, en este sentido, en el enfrentamiento de los dos modelos pugnando dentro del texto. También puede leerse como la decadencia del modelo clásico frente al otro, más escéptico de los medios que mueven la justicia.

En el marco de este enfrentamiento de modelos, se produce el desplazamiento de la figura del detective, que va del oficial de la fuerza al periodista. En el segundo modelo el detective del policial clásico esta destinado a fracasar, a ser separado de la fuerza, a ser considerado un loco, un demente, porque su idea de Justicia no se ajusta a la lógica del modelo del policial negro. Es el periodista el que toma la posta de la investigación, pero en el proceso de ese desplazamiento la Justicia deja su lugar de relevancia.

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DESEQUILIBRIO

En el policial clásico de enigma, el relato de los hechos lo construye el ayudante del detective, que es el testigo privilegiado de los pormenores del trabajo intelectual del investigador. Ahora bien, en la novela de Piglia, es el periodista-detective el que construye el relato, con lo cual se concentran en él dos categorías. No podemos decir que este procedimiento sea novedoso, ya que Rodolfo Walsh actúa de manera semejante en Operación Masacre. La necesaria distinción que debemos hacer se centra en que Piglia trabaja con una construcción ficcional, en cambio, para Walsh el referente es extra-ficcional, tiene su anclaje en un hecho de la “realidad”. Los efectos que produce Blanco nocturno son hacia dentro del género y tienen que ver con la relación de Piglia y el género (si bien Walsh también manifiesta una evidente e insoslayable relación con el género, las consecuencias desatadas a raíz de su texto no son sólo literarias, sino que afectan estratos extra-literarios –cosa que la novela de Piglia no se propone-).

Entonces, en Blanco nocturno el periodista se hace cargo de la investigación y se hace cargo del relato. Estas dos operaciones en el policial clásico están separadas en dos categorías diferentes. Aquí aparecen unificadas en la figura de Renzi. Este personaje como periodista no podrá afectar el curso de los hechos, su acción está restringida a reconstruirlos y relatarlos, pero no intercede en el funcionamiento de la justicia. De modo que el fin equilibrador del relato está anulado.

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HACIA LA OSCURIDAD DEL GÉNERO

Las circunstancias condenan a Yoshio y el fiscal Cueto encuentra en ese extranjero el chivo expiatorio perfecto para cargarle la muerte de Tony. Por su parte, Croce da con el verdadero asesino, pero el poder ya tiene a su culpable y no lo piensa dejar. Sólo el testimonio de Luca Belladona puede exonerar a Yoshio y establecer el balance de la Justicia. Pero testimoniar a favor de Yoshio significaría para Luca perder la fábrica, su único interés. Entonces, Luca está en una encrucijada. Leemos en la página 278:

“(Luca) tenía que aceptar que un inocente fuera a la cárcel si quería recibir el dinero, o tenía que decir la verdad y perder la fabrica.”


Finalmente, el inocente queda preso, los bienes de los poderosos son resguardados y todo queda es ese estado sin que nada se altere.

De modo que el crimen que abre la novela como si fuera el misterio del cuarto amarillo (policial de enigma), se resuelve como un policial negro, el poder del dinero se impone al restablecimiento del orden y la restitución de la justicia. En este sentido, la novela se puede leer como un proceso de un modelo de policial a otro.
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FICCIÓN PARANÓICA

Difícil afirmar que el texto responde a un proyecto literario, a un plan teórico previo, sin embargo, se puede leer la novela como un trayecto. Tal vez el pasaje más claro sobre esto sea el que encontramos en la página 283, Renzi le pregunta a Croce “Pero, en definitiva, ¿cuál es la verdad?”, y Croce responde:

“Vos leés demasiadas novelas policiales, pibe, si supieras cómo son verdaderamente las cosas… No es cierto que se pueda restablecer el orden, no es cierto que el crimen siempre se resuelve… No hay una lógica. Luchamos para restablecer las causas y deducir los efectos, pero nunca podemos conocer la red completa de intrigas… Aislamos datos, nos detenemos en algunas escenas, interrogamos a varios testigos y avanzamos a ciegas. Cuanto más cerca estás del centro, más te enredas en una telaraña que no tiene fin. Las novelas policiales resuelven con elegancia los crímenes para que los lectores se queden tranquilos.”
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La referencia hacia el género desde el género no es novedosa, si lo es el efecto literario que produce. El personaje que mantenía los resabios del detective tradicional del policial de enigma se desplaza hacia un espacio de “intranquilidad” donde los crímenes no se resuelven. Pero no sólo el personaje se desplaza, el texto repite ese desplazamiento, que deja “intranquilo” al lector que espera la resolución satisfactoria. Cuando Croce dice que no hay una lógica, esta diciendo que la novela establece una nueva lógica que no se corresponde con la lógica tradicional. Esa nueva lógica se relaciona con lo que Renzi reflexiona luego (página 284):

“La investigación no tiene fin, no puede terminar. Habría que inventar un nuevo género policial, la ficción paranoica.”

En el policial clásico la resolución del enigma señala el fin de la investigación, el caso cerrado. Tal cosa no ocurre en la novela de Piglia, la lógica que instaura el texto es otra, donde el caso queda abierto sin resolución y por lo tanto sin el final satisfactorio y tranquilizador que el lector del género espera.

Esta es la variación central que propone el texto que se inscribe dentro de los grandes relatos policiales de estos últimos 10 años.

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Ricardo Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires en 1941. Más tarde, en 1955 su familia se mudó a Mar del Plata, en donde Piglia descubriría a Steve Ratliff, el mar y el mundo literario. En 1967 apareció su primer libro de relatos, La invasión, premiado por Casa de las Américas. En 1975 publicó Nombre falso, un libro de relatos que ha sido traducido al francés y al portugués. En 1980 apareció Respiración artificial, de gran repercusión en el ambiente literario y considerada como una de las novelas más representativas de la nueva literatura argentina. Su siguiente novela Ciudad ausente, demoró doce años en aparecer. Basado en esta novela, Piglia elaboró en 1995 el texto de una ópera con música de Gerardo Gandini.

Piglia recibió, en noviembre de 1997, el Premio Planeta por su novela Plata quemada. El premio está dotado de 40.000 dólares y fue otorgado a la novela de Piglia por unánime decisión del jurado.

Junto a su obra de ficción, Piglia ha desarrollado una tarea de crítico y ensayista, publicando textos sobre Arlt, Borges, Macedonio Fernández, Sarmiento y otros escritores argentinos.

Blanco nocturno es su cuarta novela. Vive en Buenos Aires, en el barrio de Palermo.
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