HISTORIA DEL PELO, de Alan Pauls

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Por Lucas Berruezo
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HISTORIA DE LO (IN)TRASCENDENTE
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- Historia del pelo: una trilogía

Historia del pelo (2010) es la segunda entrega de la trilogía que está preparando Alan Pauls. Se trata de una trilogía no consecutiva, compuesta además por Historia del llanto (2007) y la próxima Historia del dinero, todavía en proceso de elaboración. Estas novelas, cada una independiente de las otras, tendrán en común su extensión (se tratará de novelas breves) y su (en teoría) temática de fondo: los años ’70. En la novela que nos ocupa en este momento, Historia del pelo, el personaje principal es un maniático del pelo, cuyo problema principal (como podría esperarse de un obsesivo capilar) no es la falta de cabello, sino su abundancia: a diferencia de su padre y sus hermanos, todos pelados, él tiene mucho pelo, para dar y regalar. Pero esto no implica una atenuación a su obsesión, sino todo lo contrario. ¿Qué hacer con el pelo?, ¿cómo cortarlo?, ¿en dónde?, ¿con quién? son algunas de las preguntas que constantemente abruman al personaje y lo llevan por distintos derroteros en la ciudad. Así, es por su manía con el pelo que conoce a Celso, un peluquero paraguayo, único capaz de conformarlo frente al espejo. Además, por Celso da con el «veterano de guerra», un dealer exiliado en Francia, hijo de padre desaparecido, que viaja a la Argentina sin objetivos definidos pero arrastrado por una fuerza que no alcanza a definir. Y por último, el otro gran personaje de la novela, Monti, un amigo de la infancia que cada tanto hace su aparición, es recordado por el personaje en función de sus cortes y colores de pelo.

Historia del pelo es presentada en más de un artículo como una reflexión sobre los años ’70. A mi entender, no es eso. Para nada. En todo caso, es una reflexión sobre el pelo y, en última instancia, sobre las posibilidades del pelo en una época determinada. Sostener que esta novela problematiza una de las décadas más nefastas de la historia argentina es creer que cualquier historia que menciona dicha década la está analizando o problematizando. Y esto no es así. Alan Pauls ha sostenido su intención de abordar los ’70 de forma indirecta, de una manera nueva e inusual, como sólo se puede hacer con una época en la que abundan las cristalizaciones irreflexivas. Sin embargo, esta oblicuidad de la mirada hace que la temática se desplace y el periodo histórico se convierte en telón de fondo de los acontecimientos y no en su escenario. Basta ver que el personaje principal no vive en los ’70, sino en el presente, y que su reflexión sobre la época no está teñida de elementos políticos e ideológicos, sino en función de su obsesión por el pelo. El único personaje que aborda los ’70 desde un punto de vista político e ideológico es el veterano de guerra, pero su posición no es de empatía, sino todo lo contrario, y su interés está más ligado a sus condiciones de vida del presente (su vida de exiliado y su naturaleza de hijo de desaparecidos le permiten subsistir en la actualidad) que a su pasado y el de su país. Y es que todo lo que liga a ese pasado desaparece: el padre del veterano de guerra es, ya lo he dicho, un desaparecido, Monti aparece y desaparece con regularidad y la peluca del veterano, único objeto con un contenido ideológico concreto, termina también desapareciendo, junto con Celso, el paraguayo que nada tiene que ver con aquel periodo histórico.

¿Historia del pelo es entonces una reflexión sobre los ’70? De ninguna manera. Es una novela en la cual, junto a otras temáticas desarrolladas (el pelo, principalmente, pero también las obsesiones, los impulsos de violencia, la amistad, la memoria, etc.), aparece la década del ’70, incluso de una manera tangencial y secundaria. Ahora bien, si lo que se busca es la promoción del libro, entonces se puede llegar a decir cualquier cosa con tal de generar interés en el lector.



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- La «escritura Pauls»: ¿una escritura del pasado o del futuro?

Quien se encuentre por primera vez con la escritura de Alan Pauls necesitará de un tiempo para amoldarse. Es que el estilo de Pauls no parece de esta época, sino de otra más remota o, tal vez, de alguna por venir. Oraciones de una página y media (subdividida por guiones, paréntesis, puntos y comas y demás signos ortográficos, en una distribución laberíntica que obliga muchas veces a releer una oración para alcanzar su significado) o párrafos de cinco páginas nos remontan más a Proust que a cualquier otro escritor contemporáneo. En momentos donde el cine influye tanto en la literatura que nos acostumbramos a oraciones cortas y a diálogos efectistas, a escenas rápidas y a un ritmo abrumador, la novela de Pauls pone un freno a todo eso y obliga al lector a «bajar un cambio». Pauls no es para leer rápidamente, y mucho menos para abordar con ansiedad. Hay que sentarse con la plena conciencia de que una novela de doscientas páginas puede parecer de cuatrocientas. Esto ha llevado a muchos a catalogar a Pauls como un escritor aburrido (de lo que el mismo Pauls se siente orgulloso), aunque no creo que esto sea así. La categoría de «aburrido» es muy subjetiva (más que cualquier otra categoría), por mi parte me inclino a pensar que Pauls es un escritor particular, en algún punto difícil y en otro un poco engorroso, pero no aburrido. En cualquier caso, cada cual tiene que hacer su experiencia.



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- Historia de lo (in)trascendente

El personaje de Historia del pelo es, literalmente, un «esclavo del pelo»[1]. Esta esclavitud lo arrastra no sólo a intereses o comportamientos estéticos (que existen y tienen un peso considerable en la novela, como se ve ya en el primer párrafo: «Cortárselo mucho, poco, cortárselo rápido, dejárselo crecer, no cortárselo más, raparse, afeitarse la cabeza para siempre», Ibidem), sino también a reflexiones capilares de índole política e histórica. A continuación veremos cómo esta obsesión por el pelo excede lo estrictamente estético y se transforma en un instrumento de conocimiento y en un recurso para la redención.

Con respecto a la naturaleza misma de esta obsesión por el pelo, podemos ver que es perfectamente explicable a partir de la historia familiar y la contextura física del personaje. En primer lugar, su mundo familiar sólo le ha legado la idea de pérdida y de carencia: tanto su padre como sus hermanos se han quedado pelados en edades tempranas, mientras que él, único depositario de la vertiente materna, ha sido beneficiado (al menos en sentido figurado) con una profusa cabellera. En un mundo donde lo que falta es el pelo, la posesión del mismo adquiere una importancia inusitada, no sólo por el «qué hacer con él», sino también por la posibilidad de perderlo. Y en segundo lugar, esta falta de pelo se traslada también a su propia fisonomía: con la cabeza cubierta de pelo, el personaje es completamente lampiño en lo que se refiere al resto de su cuerpo, en el que sólo puede exhibir «una piel lisa, tersa, tan libre de pelos como la de un delfín» (p. 21). De esta manera, es la carencia de pelo (tanto en la rama masculina de su familia como en su propio cuerpo) lo que lleva al personaje a obsesionarse con él, lo que lo empuja a exaltarlo, idealizarlo y deificarlo, hasta el extremo de igualarlo, en importancia, con la muerte («Hay un momento en su vida en que empieza a pensar en el pelo como otros en la muerte», p. 18), o incluso a valorarlo por encima de ella, ya que, donde reina la muerte, el pelo triunfa, como atestigua el hecho de que a los muertos les sigue creciendo el pelo.

Analizado entonces el origen y la naturaleza de esta obsesión, restan ver sus consecuencias y derivaciones. La atención puesta sobre el pelo lleva al personaje a reflexionar y a ver en todo (o casi todo) una causa o una consecuencia del pelo. Desde humorísticas reflexiones sobre el mundo de las peluquerías (en donde imagina una red de inteligencia que les permita a los salones disponer de la historia de los clientes como los hospitales disponen de las historias clínicas de los pacientes) hasta interesantes disertaciones políticas (en las que la utilización de un determinado peinado, el afro, es equivalente a una posición política combativa), todo en la vida de este personaje pasa por, y se justifica en, el pelo. Así, la época en que vive no está marcada por los acontecimientos políticos, sociales o económicos, sino por el pelo que todo lo engloba: «A fin de cuentas, no es por ellos (sus familiares) que ha renunciado a ser lacio. No son ellos los que explican tanto denuedo. Es la época» (p. 26), o, más adelante, «Es el afro, la tentativa de afro que emprende para estar a la altura de la época» (p. 45). Claro, el pelo rubio y lacio del personaje nunca llega a consolidarse en un afro convincente, por lo que quedaría en evidencia que el personaje no estaría a la altura de su época. Una época sin lugar a dudas desgraciada, pero no por los atentados, los secuestros, la violencia y el terror de Estado, sino, por supuesto, por el pelo: «Es el pelo nefasto de los años setenta, el que atraviesa toda la década y la humilla y la calcina como un cometa ignominioso» (p. 152).

Por último, en el extremo de esta obsesión, se encuentra la deificación del pelo: «De golpe cree en el pelo» (p. 139. Subrayado del autor). El pelo, ese objeto preciado que sobrevive incluso a la muerte de quien lo posee, se vuelve divino. Y si el pelo es divino, entonces aquél que pueda dominarlo será Dios, como es el caso de Celso, el único peluquero que hizo bien su trabajo: «y llama a Celso por reflejo, como otros acuden a Dios cuando se les cruza una desgracia» (p. 148). Y así, con el pelo convertido en una entidad divina, lo que queda es la redención mediante su ofrenda. Y es justamente lo que hace el personaje, cuando decide conservar su pelo y dárselo a su amigo enfermo, que, eventualmente, se quedará pelado.
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[1] Pauls, Alan, Historia del pelo, Barcelona, Anagrama, 2010, p. 9. A continuación, las citas se harán según esta edición.


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- Pauls, Alan, Historia del pelo, Barcelona, Anagrama, 2010.


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Alans Pauls (Buenos Aires, 1959) es Licenciado en Letras y escritor. Sus novelas, ensayos y cuentos han sido traducidos al inglés, al francés, al portugués, al rumano, al italiano, al holandés y al alemán. Además de su labor como autor, Pauls ha enseñado Teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires, ha trabajado como periodista en el suplemento cultural del diario Página/12 y ha escrito varios guiones cinematográficos. Su novela El Pasado (2003), ganadora del Premio Herralde, ha sido adaptada al cine por el director argentino-brasileño Héctor Babenco. Entre sus obras más destacadas se pueden mencionar: El pudor del pornógrafo (1984), Wasabi (1994), La vida descalzo (2006) y el ensayo El factor Borges (1996).
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1 comentario:

  1. quisiera saber ejemplos en donde el personaje se contradice, y ejemplos de por que es un texto pos moderno??'

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SUDOR DE TINTA

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