Por Florencia Brisky
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Sobre Roland Barthes, el oficio de escribir de Éric Marty, 2007
Éric Marty es profesor de literatura contemporánea en la Universidad de Paris VII, tiene además a su cargo las ediciones de las obras de Roland Barthes. Es escritor y ha realizado trabajos ensayísticos sobre René Char, Jean Genet y Louis Althusser.
La muerte y otras anécdotas
“Al cruzar la rue des Écoles frente al Collège de France, lo atropelló una camioneta. Al parecer, no llevaba encima sus documentos. Mauzi, profesor de la Sorbona, que pasaba por azar por el lugar, fue el primero en identificarlo, pero no tenía el número de teléfono de la familia… Se ha dicho que se dejó morir. Sus lesiones no eran tan graves; en realidad, murió a causa de una infección hospitalaria.”
Así cuenta Éric Marty la muerte de Barthes en la primera parte de El oficio de escribir llamado Memoria de una amistad. En esa primera parte, Marty narra en pequeños fragmentos (signo inequívoco de su contacto con Barthes, un homenaje tal vez) su encuentro con el maestro, sus primeras conversaciones, las bromas crueles, la intimidad, el comercio con los gigolós, sus opiniones sobre otros intelectuales de la época, su pasión por su madre y su muerte.
Hay episodios que presentan una imagen de Barthes maravillosa. Por ejemplo, en una reunión en la cual participaba Jean-Baptiste Doumeng éste dijo “Sólo leo autores muertos”, y Marty cuenta: “Barthes sacó su libreta… y anotó algo… algunas semanas después, en su curso, citó la frase de Doumeng, fuera de contexto, como un aforismo que hacía suyo”. La anécdota habla del buen oído del maestro.
Más adelante, Marty cuenta sobre las mujeres de Barthes: “Una cosa me llamaba la atención: la cantidad de mujeres más o menos locas que Barthes atraía en su estela…Yo pensaba en las Erinias o las Furias… Me parecía ver en esas criaturas el castigo que el mundo femenino le infligía por haberlo sacrificado al amor de una sola, su madre.”
Hay una anécdota sobre Foucault, que muestra la profunda amistad que éste sentía por Barthes. Cuenta Marty: “Durante una pausa en el café… encontré a Foucault y le anuncié la noticia [la muerte de la madre de Barthes]. Y esa cara que hasta entonces yo había aprendido a ver como una máscara, como la máscara de la intelectualidad, de la ultracerebridad, se metamorfoseó y en un instante se convirtió en un rostro, un rostro atormentado y conmovido.”
Marty cuenta, además, por qué Barthes no pudo escribir una novela: “La novela no pudo escribirse. Era un laberinto. Y Barthes dudaba de internarse en él… A esta novela debía incorporarse toda clase de fragmentos, diarios personales, incidentes, fichas, meditaciones, retratos, microrelatos… Y después vino la muerte.”
Memoria de una amistad es la primera parte del libro, le sigue La obra que es una lectura crítica sobre los libros que publicó Barthes. Finalmente, cierra el libro una tercera parte, Sobre los “Fragmentos de un discurso amoroso” reflexiones sobre la imagen, que es un seminario que Marty dictara en el 2005.
Todo el libro es altamente recomendable, pero la primera parte, la más personal, la más novelesca, es la que atrae inmediatamente. Las anécdotas que cuenta Marty humanizan a Barthes, lo sacan de la esfera privilegiada de la fría intelectualidad y lo colocan entre los hombres que sienten, sufren, aman y mueren sin entender muy bien el torbellino que los arrastra.
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