CIENCIAS MORALES, de Martín Kohan

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Por Esteban Samorano


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EN CLAVE ALEGÓRICA
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Una novela, un autor, un premio

Ciencias morales nos sumerge en uno de los prestigiosos colegios de la Argentina, el Nacional Buenos Aires, y lo hace en uno de los momentos históricos más oscuros del país, los últimos instantes del Proceso de Reorganización Nacional. Allí, en ese centro educativo de gran historia, sólidas bases y férrea disciplina, una preceptora comenzará a perder las nociones de los límites y antepondrá los fines (no siempre claros) a los medios: para descubrir si uno de los alumnos fuma en los baños de la institución, ella se encierra una y otra vez en él y espera, a la vez que espía, a los varones que van a satisfacer sus necesidades fuera del horario de los recreos. María Teresa (así se llama la preceptora) entra en el baño de los varones sin ser del todo consciente de la fascinación que se apodera de ella y le hace olvidar, incluso, la razón de su espionaje. En efecto, después de un tiempo de frecuentar a hurtadillas el baño, la preceptora deja de interesarse por la posibilidad de que alguien fume allí y lo que empieza a tomar fuerza es la satisfacción de esconderse en el baño y oír y oler los residuos fisiológicos de los adolescentes, incluso asomarse y ver cómo se sacuden sus cosas. Claro que esto no actúa de forma consciente en la mente de María Teresa, sino que ella misma intenta convencerse de que lo que la lleva allí es su deber de preceptora, su búsqueda de los alumnos que infringen las leyes y no una satisfacción personal. Pero todo cambia cuando el jefe de los preceptores, el señor Biasutto, la descubre y en vez de amonestarla reacciona de una manera inesperada.

La novela no sólo muestra la vida cotidiana y, si se quiere, pueril de ese prestigioso colegio (los controles a los alumnos, las horas libres, los recreos, etc.), sino que conjuga su historia con la historia más amplia del país, elaborando también con maestría la psicología de María Teresa y la de los personajes que la rodean. Todo esto, sumado a la habilidad narrativa de Kohan, da como resultado una novela penetrante e incisiva, que permite pasar de páginas con la misma facilidad con la que una caja automática de un Ferrari pasa de cambios, pero reservando a su vez una considerable complejidad, como puede verse, siguiendo la comparación, detrás de aquellos autos y su mecanismo sólo aparentemente sencillo.


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En clave alegórica

Es interesante leer la novela de Kohan en clave alegórica con el momento histórico que narra y presenta en ella. La novela transcurre en los últimos momentos del Proceso de Reorganización Nacional, y tanto María Teresa como el señor Biasutto serían alegorías de dos sectores bien definidos: ella como alegoría del sector civil y él de los militares en el ejercicio del poder.

María Teresa puede verse como la encarnación de ese sector civil que en un primer momento se sintió seducido por el poder que manaba de las autoridades y que, por acción u omisión, formó parte de él. Así, y para satisfacer la mirada del señor Biasutto (quien ha confeccionado «listas» para el poder nacional y ve en la menor picardía de los alumnos resabios de la subversión), María Teresa toma la iniciativa de una acción «heroica»: encerrarse en los baños de varones en busca de alguien que fume allí. No tiene ninguna prueba concreta de que los jóvenes hacen eso que ella cree que hacen, pero le basta su sospecha y una volátil prueba: siente olor a tabaco en la fila de varones. Y a medida que lleva a cabo su tarea de investigación, María Teresa comienza a mimetizarse con la forma de ejercer el poder de los mandatarios de entonces: primero usurpa un lugar privado y que no le pertenece: el baño de los alumnos varones; después transgrede la privacidad de esos alumnos: los huele, oye y espía; y, por último, se apropia de su espacio: «Con el paso del tiempo las cosas han llegado incluso a invertirse: ya no es ella la intrusa en el baño de los varones, sino ellos, los alumnos, los varones, quienes pasan apenas un momento por un sitio que para ella involucra en cambio la duración y la permanencia»[1]. Y una vez que la apropiación se va efectuando, los ideales de justicia de María Teresa van desapareciendo y en su lugar se cristaliza el placer por la simple transgresión y el usurpamiento. Deja de interesarse por el cumplimiento de las reglas (de hecho, ella las rompe metiéndose en el baño) y sólo le interesa la posibilidad de escabullirse y espiar, arriesgándose cada vez un poco más a ser descubierta.

Pero como dijimos, María Teresa sería una alegoría del sector civil que se vio seducido por el poder vestido de verde, y esa alegoría no estaría completa si no se representara cómo ese poder se vuelve en contra de los que lo admiran. Y así ocurre. María Teresa se ve violada por un poder impotente, representado por la figura del señor Biasutto. Después de eso sólo queda la negación de lo sucedido («No la conforma que ya no pase, que ya no vuelva a pasar; precisa que no haya pasado», p. 203) y la incredulidad ante un mundo indiferente e ignorante («…las demás cosas de la vida persisten en su canal habitual. El mundo restante, el mundo de los otros, no se altera por lo que ha pasado: no se descompone, no se desintegra, sigue su curso. (…) La sorprende que no haya al menos una leve turbación inexplicada sobre las realidades ajenas, por más que nadie sepa nada ni tenga manera de enterarse», pp. 211-212). Estas reacciones pueden verse en muchos testimonios de personas que han sido víctimas directas del abuso de poder de la última dictadura.

Y para cerrar la historia, Kohan da el último toque a la alegoría: María Teresa se «salva» (en términos alegóricos, el sector civil se salva) por la llegada de la democracia. Una vez comenzado el período de transición a la democracia, María Teresa se salva de nuevos abusos por la desaparición de las autoridades escolares, entre ellas y principalmente, la del señor Biasutto: «El jueves cada cual se encuentra con las nuevas autoridades, que ya están en funciones. Quienes las precedieron en esos mismos lugares sencillamente no están más. No están más, no vienen más, no se los verá más por el colegio» (p. 218).

Así, Kohan cierra su novela a la vez que su alegoría de la dictadura con la llegada de la democracia, mostrando cómo esa llegada representó el arribo de una nueva esperanza y la posibilidad de un cambio de vida: María Teresa no sólo cambia de trabajo, sino también de casa y de ciudad.
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[1] Kohan, Martín. Ciencias morales. Barcelona, Anagrama, 2007, p. 167. A continuación las citas se harán según esta edición.
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- Kohan, Martín. Ciencias morales. Barcelona, Anagrama, 2007.
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Martín Kohan nació en Buenos Aires en 1967. Enseña Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia. Sus publicaciones se extienden desde el ensayo (Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón cuerpo y política, 1998, en colaboración con Paola Cortés Rocca; Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamín, 2004; Narrar a San Martín, 2005) hasta los libros de cuentos (Muero contento, 1994; Una pena extraordinaria, 1998), pasando por supuesto por las novelas (La pérdida de Laura, 1993; El informe, 1997; Los cautivos, 2000; Dos veces junio, 2002; Segundos afuera, 2005; Museo de la Revolución, 2006). Ciencias morales (2007), su última novela, fue galardonada en noviembre de 2007 con el XXV Premio Herralde de Novela.
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1 comentario:

  1. leí poh ahi que van a hacer la pelicula de este libro. Habrá que ver si arruinan el texto -como ocurre seguido- o si hacen una peli digna del libro. Saludos!!!

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